Muerte, no me llames
muerte y líbrame
tus risas encienden
delirios suicidas.
Muerte que has buscado
a Dios en las cenizas
embeben tus mares
se pierden.
¡Muerte! ¡Desvela los mundos,
muerden rabiosos!
Sobre mi cuerpo
coagulan.
Muerte, incendia,
muerte y desgárrame
en infernal silencio.
El crepúsculo cincela,
sentencia agonía
el tiempo.
Las rutas de tus retornos
descansan mi nombre
hasta dominar tu eternidad.
Y no habrá luna en que no grite ocaso de mis pasiones hasta que, muerte, sea mío el poder de tu deseo.