Hoy llegó un mail diciendo que una integrante de un grupo de poesías que frecuentaba, falleció al dar a luz.
Tuve el agrado de conocerla en una reunión underground realizada en Almagro, dónde tocaban bandas de Ska. Supongamos que se llamaba Luz.
Luz subió al escenario acompañada de otros poetas y recitó magia de sus labios. Luego, leyó la deliciosa poesía de un amigo suyo, producida en lunfardo. Recuerdo que Luz emanaba pasión al leer sus versos. No solo leía: sentía.
Hablé brevemente con ella pero bastó para que me encandile con su presencia. Tenía la clase de energía que eleva los pensamientos de quienes la rodean, poniendo pasión extrema a cada deseo, describiendo cada lujuria, toda tristeza y ansia de justicia como si pusiera su creatividad, locura y libertad en ello.
Me entristece pensar que se fue habiendo dado a luz, pero me gusta pensar que fue un alma libre. Me daba la impresión de ser la clase de personas que viven con intensidad sin limitarse por las normas sociales, pues creen que la libertad de decir y sentir es lo suficientemente buena para no coartarla con nada. Ni siquiera con palabras.
Putear, reír, suplicar, añorar, soñar, lucir, profundizar, ir, quedarse, estar, pensarse, son todos los verbos me recuerdan a sus versos. Tan intensa era que dejó una marca en mí, marca que quiero llevar con el orgullo que me da haberla oído. Haciendo este texto, diciendo lo que transmitía, puedo hacer que trascienda e influya, dentro de lo posible, esta maravillosa persona que el mundo perdió.
1 comentario:
el mundo perdio? es demasiado... como decirlo? es una definición demasiado humana, de todos modos, tardé cerca de tres años en superar la muerte del mayor de mis sobrinos y no sé si la superé del todo.
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