Usualmente utilizo un método intuitivo para medir mi compatibilidad sexual con un hombre.
Lo imagino teniendo un orgasmo. Si mi figuración de su rostro de placer me provoca repulsión, significa que lo considero pegajoso y me lo voy a querer sacar de encima. Si la imagen que hago de su rostro de placer me genera clavarle mis uñas en su espalda, morder su piel hasta fusionar mis orgasmos, eyacular con él y desplomar mi frente sobre su mentón sudado… He is the one.