Ella es culpable, su señoría. No lo asesinó pero dolor en cuerpo frío hierve aceite deleita. No se suponía perezca joven, su señoría. Llora féretro ilusorio y odia. Calla ira en sexo.
Perturbadoramente enamorada. Princesa de once años espera altar en vida pero sus ojos estacan lápida. Desliza rosas sobre muerte y grita vacío la arrastren ultratumba. Desgarra piel intensa y vuelve quita (última gota te respira).
Pregunta por qué te has ido y masturba angustia. Llévenme con él al infierno y asesinen la tierra de cenizas perpetran mi sangre.
(Fundida en el olvido de su aroma, corceles galopan la nada)
Marchita pétalos excretan, retiene recuerdo asfixia. Cercena ligamentos, empapa infinito y huye mundos paralelos. En algún lugar te escondes tras el alma brisa tu piel putrefacta confiesa.
Rasguña (intenta) abrir delito. Piel exhuma paraliza agonía. Exactamente el tiempo no habrá de detenerse (pero si me penetras en sueños…). Sangra semen sinfonía edípica. Inunda mares de morbo libidinal y aferra.
Déjame dormir pero no exhales ninfomanía: oculta tras las paredes del deseo eyacula perversión.
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