United Arab Emirates
"Life and death, energy and peace. If I stop today it was still worth it. Even the terrible mistakes that I made and would have unmade if I could. The pains that have burned me and scarred my soul, it was worth it, for having been allowed to walk where I've walked, which was to hell on earth, heaven on earth, back again, into, under, far in between, through it, in it, and above." - Gia Carangi

1.5.09

Between Angels and Nightmares

Desperté llorando. En la oniria lloraba, como en onirias el llanto solo que gritos. Y el dolor.


Era mi casa que podría aún serlo pero tampoco fue tuya. Era mi casa y volvías. Nadie decía nada, pero extraño a los muros enmudecías la mentira. Podría haberte mirado con asco y repugnancia pero me desvestías. Te observaba lejano, creía llegarte pero no. Hacía tiempo me pedías que no gima. Mi propia habitación enmudecía el placer. Al fin y al cabo, que no gima había sido otro pedido de tu puta represión: no llores, no gimas, no grites, no digas, no expreses, no sientas.


No quería succionarte. Pedazo de carne, macabro o indiferente. Me mirabas, lo miraba, bajaba; me acercaba sin humor, subía. No quería felarte. Preguntabas hacía cuánto había dejado de quererlo. Pensaba hacía cuánto habías dejado de permitirme expresarlo. Entonces respondía que dejé de quererlo desde que me prohibiste expresarlo. El llanto era el mismo pecado que el placer: tu lujo era tu trono; yo solo observaba, no quería tocarlo. Enojado ibas al baño, cómo si nada resultara extraño ya.


Tu cuerpo estaba aún tendido en la cama. Subía arriba tuyo y te montaba, llegaba al orgasmo de cuerpo vacío porque, aún así, te habías ido al baño: te ocultabas con tus fantasías. Tu cuerpo estaba, no estabas vos. Entonces notaba que te habías ido, que habías estado pero en otro lado. Tu cuerpo se paraba para seguirte al baño y caían dos papeles del bolsillo de tu pantalón.


Una carta que ella te había escrito. Una foto (no quería succionar). Se la habías mandado a ella. ¿Qué importaba? Estabas pero no estabas.


Pero entonces la carta, pero el puto relato y sus letras diciéndote que quería abrazarte y sentirte nuevamente. Ella te necesitaba y entonces observaba la fecha en la carta: Agosto del 2007. Volvía a leer: Agosto del 2008. Agosto y tu indiferencia para saber que sí tenía explicación: ni justificaciones ni argumentos imbéciles. Era ella y tu cuerpo postrado; mi humedad sobre tu cuerpo pero tu cabeza en las fantasías y el baño. Agosto del 2008 y era ella.


Volvías. Fotos en el olvido. Letras y te pregunto si me habías sido infiel alguna vez. Reaccionabas riéndote. Volvías a mirarme como si estuviera loca, una vez más, al presentarte evidencias. Te mostraba la carta. Finalmente lo admitías. Te preguntaba quién la escribió aunque ya lo sabía. Respondías: ¿De quién desconfiaste siempre? Era ella.


Te decía que no podías haberte cuidado. Sabía que ella era alérgica al látex. Gritaba tu hipocresía y apoyaba mi llanto en la almohada esta vez desnuda, tu cuerpo se había ido con tus fantasías, tus fantasías habían huido a la almohada de ella. Se llevaron los fantasmas. Los fantasmas arrastraron tus mentiras.


En la cocinaba estaban tus padres. Hablabas con ellos, tranquila y rutinariamente. Mentira enfermiza y reías. Furiosa te decía que habías descuidado a la niña. Porque, al fin y al cabo, me habías arruinado la vida pero la niña. Quería romperte el cráneo en mil pedazos. Lo decía. Tomaba tu cabello, como si aún te amara con ternura, para reventar tu cerebro contra la heladera. Volaba la tapa de tus sesos. Tus padres reían: Querida mía, ya lo has matado.


Entonces lloraba en la oníria. Entonces lloraba a gritos. Entonces gritaba despierta y fechaba: 1ro de Mayo del 2009.


Tu cuerpo no estaba en la almohada. Volvía a dormir.

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