United Arab Emirates
"Life and death, energy and peace. If I stop today it was still worth it. Even the terrible mistakes that I made and would have unmade if I could. The pains that have burned me and scarred my soul, it was worth it, for having been allowed to walk where I've walked, which was to hell on earth, heaven on earth, back again, into, under, far in between, through it, in it, and above." - Gia Carangi

5.8.09

Extracto del Libro "La Masculinidad Toxica" de Sergio Sinay, Argentina 2006

Me parece un texto impresionantemente lúcido.

Por empezar, la idea del varón prescindible suena delirante y sci-fi pero NO lo es. Por su inadecuación a la circunstancias, comparativamente hablando, las mujeres presentaron un nivel de evolución social que tomó tintes de reemplazo. Biológicamente hablando, es sabido que no se eliminó el género femenino de ninguna especie... Pero el género masculino ha ido decayendo -hasta hacerse prescindible- a nivel biológico en varias especies.

Me parece muy completo que nombre la falta de intimidad masculina. La falta de intimidad masculina es su propio gatillo porque los aleja de la sensibilidad y los convierte en ignorantes. No hay clave más fuerte para aprender a relacionarse con las necesidades ajenas que la comprensión.

Me resultó fascinante que hable sobre el tema de aprender. Aprender no es algo que inculcan en el colegio, familia y vecinario únicamente. Aprender no es, ni siquiera, algo que nos inculcamos nosotros y nuestro entorno cuando se trata de empatía: un modo de aprender, sensiblemente hablando, es preguntar.

La curiosidad se satisface probando o preguntando lo que no se sabe. Me causa gracia cuando dice que los hombres pelean por quién la tiene más corta. Muestra más perfecta de su ignorancia no existe: Jamás le preguntaron a las mujeres la verdad sobre el tamaño, nunca se enteraron de que la diferencia la hace el ancho pero no el largo.

En su deforme Ego, estructuran sus relaciones en base a lo que ellos creen que es mejor, apropiado o, inclusive, la delirante idea narcisista de pensar que saben lo que sienten y desean sus mujeres e hijos.

Lo mejor para cualquier persona es ser escuchada, consultada y comprendida a nivel emocional. Ninguna mujer, en un aspecto profundo, puede sentirse amada si no sabe que es tenida en cuenta. Tener en cuenta a una dama incluye comprender sus necesidades de dolor, expresión, preocupación, alegrias, emociones y pasiones.

La visión reduccionista y poco íntima de los varones genera una gélida distancia. Progresivamente, dan la sensación de reemplazar la verdadera comunicación por objetos, esas imbéciles e ilusas herramientas de poder con las que reemplazan su propia vida.

Cuando el hombre se esconde tras el objeto (poder, empleo, dominación, ego, ganancias, superficialidad) busca llevar a la mujer por el mismo camino. ¿Por qué? Porque es el único modo de relacionarse que conoce: el mismo que le da seguridad.

Es ahí cuando la mujer se siente insegura y castrada, despojada de su necesidad de experimentar, de afirmar sus inseguridades, emociones y vulnerabilidad.

Es ahí dónde, como este texto bien desarrolla, el varón se convierte en prescindible.


La Masculinidad Toxica

Querido congenere:
Esta carta no podía tener otro destinatario que no fueras vos.
Nadie podría entender mejor de que hablo, que quiero decir.
Querido congenere, vos y yo, varones ambos, estamos en peligro de extinción.

Así como nos mandaron a vivir nuestras vidas de hombres, así como nos mandaron a relacionarnos con las mujeres, con nuestros hijos, con las cosas, con los seres, con el mundo, así no va mas.

Te quiero contar cosas que escucho, que siento, que pienso, que vivo y que veo, cosas que nos involucran y que, quizás, no ignoras y te preocupan tanto como a mi.

Veo mujeres tristes, desalentadas, resignadas a no encontrarse emocionalmente con nosotros, a no contarnos como compañeros de vida, digo como verdaderos compañeros de vida, como hombres dispuestos a explorar con ellas los espacios desconocidos del afecto, a confiar en que nuestras diferencias nos enriquecerán, dispuestos a mirarlas con cariño, con ternura, con humor, además de con deseo.

Veo mujeres que no nos entienden ni se sienten entendidas por nosotros, mujeres que han hecho hasta lo imposible por comunicarse (y debo decirte querido congenere, que a menudo hacen de mas, se ponen demasiado ansiosas, sofocan, se adelantan a nuestros tiempos).

Han hecho hasta lo imposible guiadas por la mejor, la mas amorosa de las intenciones. Y hoy a muchas las veo y escucho, resignadas a convivir con hombres que siempre serán extraños y lejanos o, directamente, a prescindir de ellos.

Muchas mujeres prefieren compartir su tiempo con otra u otras mujeres: reciben mas afecto, mas comprensión, mas compañía (aunque le falte el tipo de compañía, comprensión y afecto masculinos que tienen otra energía, otra vibración, no opuesta sino complementaria).

Hay mujeres a las cuales empezamos (solo empezamos) a resultarles prescindibles. Y si prescinden de nosotros, ellas estarán sin hombres, pero los que estaremos verdaderamente solos seremos nosotros, te lo aseguro.

Nosotros, los varones sabemos muy poco, o nada, de estar solos, salvo en las trincheras o arriba de un ring. Y aun así, nos damos el dudoso lujo de aislarnos.

Por las dudas, te lo aclaro: cuando digo que las mujeres acabaran prefiriendo estar con mujeres, no hablo de sexo. Lo aclaro porque se que los varones sabemos poco de intimidad, simplificamos y nos confundimos.
Estarán juntas de un modo que nosotros no sabemos estar entre nosotros. Espero que entiendas. Y si no, hermano, espero que empieces a aprender a entender.

Veo y oigo, también, a muchos hijos desalentados. Ya no hacen mas esfuerzo por acercarse a sus padres, ya no esperan que sus padres se acerquen a ellos, que quiten el candado de la distancia emocional, que compartan sentimientos, sensaciones. Ya no esperan que sus padres se interesen de verdad por lo que a ellos o ellas (hijo, hija) les pasa, ya no aspiran a ser revalidados por la amorosa y firme mirada paterna.

No se si te ocurre, no se si te ha tocado, pero he sido testigo u oyente de muchas palabras de hijos desalentados.
Dicen cosas como "A mi viejo no vale la pena pedirle nada, nunca tiene tiempo, siempre esta ocupado".

O dicen: "Me hubiera gustado verlo en la entrega de diplomas, me hubiese gustado que estuviera allí (y no en una reunión o jugando al tenis o llevando el coche al taller) el día que traje a mi novia por primera vez a casa".

O dicen: "Me gustaría no sentir este silencio incomodo cuando nos quedamos solos. Me gustaría que me mire a los ojos cuando me habla. Me gustaría que no opine sobre todo lo que digo. Me gustaría que me escuche sin juzgarme. Me gustaría que alguna vez me prohíba algo y me lo explique, así puedo aprender.

Me gustaría que no me trate como a un amigo, que no se haga el pendejo, que no me robe mi manera de hablar; necesito sentir que es mayor que yo, que tiene otra experiencia, que sabe cosas que no se, que podré confiar en el si me pierdo.
Y así, con un padre pendejo, no puedo. Y paso vergüenza ante mis amigos, porque encima no funciona como pendejo".

Muchos de esos hijos, hermano varón, ya no buscan a sus papas, se han resignado a perderlos emocionalmente o a tenerlos solo como proveedores. Y eligen como confidente a mama. Ella, que nunca fue varón, que no se siente como varón, que carece de experiencia de varón, tiene que explicarles desde que hacer con una chica (¡yo tampoco lo creía hasta que fui testigo varias veces!), hasta como enfrentar una situación temida.

Para esos hijos pronto seremos prescindibles. Ellos se quedaran, funcionalmente, sin padre, les será doloroso pero seguirán adelante con su vida, aprenderán a ser hombres de alguna manera, acaso sean buenos hombres. Los que nos vamos a quedar de veras solos somos nosotros.

No se si te pasa, no se si lo sientes, observo cada vez mas hombres que desconfían de otros hombres, que los ven como enemigos, como obstáculos, o a lo sumo los ven como instrumentos, como medios.
"Este tipo me sirve o no me sirve, lo tengo que cuidar o lo tengo que cagar". Escucho eso, lo escucho con una frecuencia que me alarma. Pasa en las empresas, en la política, en la vida social, en los clubes, en las agrupaciones profesionales.

Veo cada vez mas hombres enceguecidos por la ambición, a los que no les importa que precio (moral, en salud, en dinero, o reputación) hay que pagar para tener. Tener, esa es la palabra, hermano varón. Tener poder, mujeres, plata, casa, cosas (no importa que cosas: cosas).

Cuando hay tan poca solidaridad, tan poca empatía, tan poca camaradería entre los varones estamos mal, hermano varón. Nos quedaremos solos, solos entre nosotros, solos y en guardia, solos y enfermos.

Cada vez veo mas hombres deprimidos, hombres que no duermen, hombres que parecen pastilleros ambulantes (viagra, alopidol, alplax, clorazepan, ansiolíticos, sedantes, antiácidos, antiinflamatorios, analgésicos, farmacias que caminan), hombres que desoyen todos los síntomas con que sus cuerpos les hablan, hombres con dolores, con malestares físicos o emocionales a los que prefieren no atender.

Morimos antes de tiempo o llegamos estropeados a nuestra vejez. Necesitamos, para nosotros y para otros, llegar vivos a la hora de nuestro final, con capacidad para convertir nuestras experiencias en sabiduría y para hacer de nuestra sabiduría una herramienta al servicio de nuestros afectos y nuestro mundo.

Pero la gran mayoría de nosotros estamos llegando vacíos, sin nada para transmitir, habiendo acumulado vivencias como quien junta fotos, pero sin haberlas transformado en algo trascendente.

Así no va mas, hermano varón, querido congenere. Con nuestra violencia, con nuestra ausencia de perdón, de comprensión, de flexibilidad, estamos destruyendo el mundo. Digo nosotros, digo los varones, no es un "nosotros" abstracto. Digo los hombres (no digo "la humanidad"), los que tenemos pito y voces gruesas y pelos en todas las partes (a veces no en la cabeza).

¿Se entiende, muchacho? Digo que los varones, con nuestro maldito mandato machista, ya hemos hecho mucho daño y ya nos hemos hecho mucho daño a nosotros. Así, no va.

Seremos prescindibles para las mujeres. ¿Quien nos hizo creer que estarán siempre a nuestros pies, muertas por nuestros pitos?
Seremos prescindibles para nuestros hijos. La paternidad biológica es solo un dato, un accidente, hay que darle sentido, llenarla de contenido.

Prescindimos entre nosotros el uno del otro, apenas nos usamos. Así no se construyen vínculos fraternales y fecundos. Ya hay mujeres (narcisistas si querés, egoístas si te parece, estoy de acuerdo) que nos usan de padrillos, a veces sin que los sepamos, para tener hijos y librarse de tener maridos.

Ya hay fecundación in vitro. Y si la clonación avanza (Dios no permita que esos locos omnipotentes lleguen a cumplir, invocando a la ciencia, sus sueños demenciales) bastara con una célula materna para crear un hijo. Y no seremos necesarios ni como sementales. Será el ominoso final de un modelo que nos hizo creer invulnerables, poderosos y ganadores.
¿Que ganábamos, querido congenere?

¿De veras no estas un poco harto de tener que demostrar todo el tiempo que tenés huevos? ¿Que quiere decir tener huevos? No es algo que elegiste, no es algo que se logra con esfuerzo, con aplicación, con creatividad.

Terminémosla con los huevos. La mayoría de nosotros (la penosa inmensa mayoría) ni siquiera sabe que función cumplen los testículos en nuestro organismo.

¿De veras no estas harto de demostrar tu aguante, de bancartela solo?
También los burros tienen mucho aguante. Y los bueyes. ¿Hay algo mas por lo que destaques? ¿Algo propio, generado desde tu corazón?

¿De veras no estas harto de tener que demostrar a las mujeres el largo y el grosor de tu pene, de tratar de batir records cuando estas con ellas?

¿No estas harto de ir a la cama con pavor de que tu arma tenga la pólvora mojada? ¿No estas harto de negarlo, lo vas a negar ahora una vez mas?
Yo soy como vos, de manera que aquí podes ahorrártelo. Y, de paso, ¿no te gustaría saber un poco mas acerca de como sienten sexualmente las mujeres, de que les gusta, de que esperan de vos antes de que empieces con tu exhibición y las dejes afuera?

¿No crees que podes llevarte alguna grata sorpresa al averiguarlo? ¿O para vos no hay nada que aprender? ¿Donde aprendiste tanto? ¿Te lo enseño tu papa, o algún hombre mayor sabio, cariñoso, afectuoso y comprensivo? ¿O lo aprendiste de oídas? ¿O pagando a una mujer de la cual no recordas el rostro? ¿De veras no estas harto?

¿De veras no estas harto de mirar de reojo el auto del tipo de al lado, y si es mas nuevo o potente que el tuyo, salir corriendo a cambiar tu coche para que no crean que sos pobre o que tenés menos poder, o que la tenés mas corta?

¿De veras no estas harto de hablar solo de lo bien que te va, de callarte los dolores, las dudas, las vergüenzas? Digo, ¿no estas harto de aparentar, de competir aun de palabra, de tapar, de disimular?

¿De veras no estas harto de tanto chiste machista, de tanto infantilismo acumulado, de tanta simpleza intelectual, de tanto desprecio por las mujeres, por los homosexuales, por los que apuestan a otra vida y a otros vínculos sin que pierdan por eso ni una gota de testosterona?

¿No estas harto, eso quiero decir, de vivir con el culo apretado por el miedo, por el pánico a lo diferente?

¿No estas harto de justificar guerras, matanzas y destrucciones en nombre de la política?

¿No estas harto de callar, por miedo a que te llamen tonto, ingenuo o maricón, tu oposición a la muerte de quien sea, de un palestino, de un libanés, de un judío, de un afgano, de un iraquí, de un serbio, de un croata, de un ruso, de un indio, de un paquistaní, de una mujer, de un chico (de miles y miles de chicos), no estas harto de tu propio silencio e inacción?

¿No estas harto de tener solo cuatro o cinco temas de conversación (mujeres, política, futbol, economía, tecnología) temas seguros, donde nunca arriesgaras nada personal, temas protegidos, temas que, a fuerza de ser los único, te alejan de otros temas, de otra gente, del corazón de otra gente (mujeres, hijos, amigos, nuevos seres a conocer) y de tu propio corazón?

¿No estas harto de ser un eterno adolescente, alguien que se niega a entrar en las etapas evolutivas de la vida, alguien que se convierte, mientras pasan los años, en la patética caricatura de un púber y que, por muy macho que se diga, no tiene coraje (o huevos, como te gusta decir) para emprender la aventura espiritual, emocional y cósmica de convertirse en un hombre de verdad, un hombre de los que el mundo, y las mujeres, y nuestros hijos, y los otros amigos, necesitan?

Si no estas harto, acaso cuando lo estés ya sea tarde, ya estarás definitivamente solo, ya serás absoluta e irreversiblemente prescindible. Si no estas harto, formas parte de una especie en extinción. También los dinosaurios lo eran, aunque no lo supieran, cuando parecían enormes y poderosos.

Formas parte de una especie en extinción y no habrá una ONG que este dispuesta a rescatarte. Otras especies serán prioritarias. Especies que no depredan, que no discriminan, que no asesinan masivamente entre si, que equilibran el universo.

Si estas harto, el momento de cambiar es ahora. No hay excusas, no hay peros.

Así no va mas. Me dirás que si va, mire quienes gobiernan los países, quienes están al frente de las empresas, quienes rigen el deporte, quienes manejan las finanzas, quienes son los economistas que ven números pero no personas, quienes inventan cada día una guerra para seguir vendiendo armas y robando petróleo, mientras invocan causas inexistentes, quienes mandan a morir a los hijos de los otros, quienes intoxican a nuestros hijos con la comida chatarra, televisión chatarra, juguetes chatarra, ideas chatarra, quienes nos hacen creer que moriremos si no tenemos un auto, un plasma, una computadora de ultimísima generación, que seremos poca cosa sin una zapatilla que hasta marca nuestras pulsaciones, quienes manipulan nuestra salud desde las corporaciones farmacéuticas.

Miro y los veo. Son hombres insalubres, inoculados e inoculadores de un paradigma toxico. Y son mayoría. Es cierto. Pero te repito. También los dinosaurios parecían invulnerables, cuando, aunque ellos no lo supieran, ya estaban en extinción.

Y, de paso, pido perdón a los dinosaurios por la comparación. Estos hombres no son inocentes como eran ellos. Son imputables. A esta altura de la historia, de las comunicaciones, de la sociología, de la psicología, de la información y del conocimiento, son imputables. No podrán decir que no sabían. En todo caso que digan que les gustaba y les creeremos. No podrán decir que cumplían mandatos.

La civilización ha vivido cosas que impiden aceptar esa excusa.
Por eso digo, hermano varón, que si estas harto solo te queda el camino de empezar a cambiar tus conductas. No tus palabras, no basta con que cambies de discurso. Hay que transformar las acciones, las actitudes, los hechos.

Y también las palabras. Quedarte en el discurso te hará imputable.
El tiempo es ahora. El lugar es tu casa, tu trabajo, el espacio que compartes con tu mujer (o con las mujeres), con tus hijos, con otros hombres.

Es aquí y ahora, cada día en cada lugar. Ya.
No te dejes engañar por esa mayoría de hombres que ves.
Los varones somos, con el paradigma masculino hegemónico hoy vigente, una especie en peligro de extinción. Y esos tipos son los responsables.

¿Querés ser como ellos? Yo no.
Me preguntaras desde donde hablo, que derechos me arrogo. Cual es mi
púlpito. Me identifico.

Soy un varón de este mundo, de este tiempo. Un marido, un padre, un
profesional. Un hombre que ha vivido ya mas de la mitad de su vida y ha
experimentado todos los mandatos del paradigma.
Que hace tiempo ya no quiere mas de eso.

Soy un hombre harto de estos hombres. Un hombre que tiene con ellos una cuestión personal, porque degradan mi sexo.
Soy un hombre al que le duelen los tiempos que vive. Un hombre que tiene la visión de un mundo compasivo y fraternal, inclusivo, enriquecido por la diversidad, fecundo.

Un hombre harto que sospecha no ser el único hombre harto.

Si también estas harto, nos encontraremos en el camino.
Hasta entonces, un abrazo fraterno.

De Sergio Sinay - Ediciones B, Argentina, 2006

No hay comentarios.: