Gracias por las piedras

Muchas personas me consideran pedante y soberbia por nombrar mis virtudes. Lo que no saben es que todo mi orgullo mora en el crecimiento. El progreso nace de superar las propias limitaciones.-

Hace tiempo tomé la elección consciente de no pelearme con mis defectos. Noté que luchar contra ellos implica aceptarlos, tenerles paciencia y esperar la oportunidad exacta para pulirlos.

Existen dos factores para enfrentar nuestras asperezas: esfuerzo (endógeno) y fuerza (exógeno).-

La fuerza es una imposición que suele darse en un contexto que escapa al propio control neutralizando la fantasía de omnipotencia. La imposición es una restricción por lo cual no existe libertad de acción o elección sino recursos dentro de una jaula. El esfuerzo es una consecuencia obligada que consiste en manejar esas herramientas para ganar poder sobre una situación, enmarcada por los límites de los barrotes.

El pecado humano más extendido es la ambición. El poder alimenta la fantasía innata de virilización como energía vital mientras el control de variables como dominación sustenta esa potencia.-

La libertad es, probablemente, el simbolismo más grande de poder que existe dentro del dominio de una persona.

La libertad es poder sobre el propio cuerpo, movimiento, oportunidades y bienestar significando a la existencia como finalidad póstuma.-

Las situaciones de fuerza en cualquiera de sus formas quitan dignidad inmediata al enfrentar con los demonios del mismísimo infierno: nuestros defectos.-

Pero, ¿cuánto vale caminar sobre rocas hirviendo para llegar al paraíso?

Podríamos decir que es una cuestión de gustos pero me encanta pensar que el averno es el proceso en el cual me poseen mis defectos hasta que gano la batalla contra mi alma para respirar el perfume de la gloria pura.

Duele de una manera desgarradora pero, aunque sería facilista negarlo, admito que deseo el crecimiento. Las situaciones pueden ser exógenas, escapar de mi control, impotentizarme...

Pero la belleza de la superación es tan carnal y eterea a su vez...

- Destruir el vínculo entre autoestima y eficiencia impuesto por el seno materno e introyectado. Transitar la enfermedad redefiniendo la autovaloración en base a virtudes no funcionales previamente subestimadas. Tolerar la desintegración de la exaltación del ego por rendimiento físico con consecuencias disociativas de la personalidad.

- Enfrentar el profundo temor a la indefinición como pérdida total de las estrategias, orientaciones y básicamente gatilladora de un pánico instintivo y primario de inseguridad y desprotección ante el desconocimiento de cualquier situación, desde sus causas hasta sus consecuencias.

- Intentar aminorar sentimientos tan perniciosos como inevitables: impaciencia, hipercaburación, intolerancia, frustración, impotencia, desesperación, angustia, nerviosismo, irritabilidad, estallidos de llanto, bronca, desolación, etcétera.

- Lograr manejar situaciones a largo plazo superando la tendencia a aniquilar cualquier contexto o vínculo ineficiente. Necesidad obligada de paciencia y desarrollo de tolerancia por tiempos que escapan al control personal, aceptación de errores ajenos, manejo de la irritabilidad e imposición de limites y autoridad con coherencia y centramiento, forzando a la nivelar la ira.

- Entender la necesidad de dependencia en situaciones limites. Superar el temor a "molestar" o "cargar" a terceros. Pedir, necesitar y expresar afecto por aislamiento. Desintegrar la actitud masoquista de sobrecargarse y autoexigirse por limitaciones físicas que imposibilitan la independencia absoluta. Demoler la estructura subconsciente que vincula la expresión de necesidad de protección (demanda) con negación de la misma, mediante la constatación de que dicha necesidad no solo no es negada sino cubierta y ofrecida por entorno inmediato y conocidos. Entender los recursos humanos como una variable que implica una ruptura en la vinculación de bienes materiales con la capacidad de supervivencia por historial de inseguridad en situaciones limite.

No existe daño en aquello que obliga al crecimiento.

No existe daño en aquello que otorga un don.